jueves, 28 de julio de 2011

Verdades Absolutas (esperando ser mentiras verdaderas)

El interés que un hombre tiene en una chica es inversamente proporcional al interés que dicha mujer demuestre en él. Hay hombres que en el momento en que una demuestra alguna suerte de empatía, corren en dirección contraria. No es su culpa, está en sus genes tanto como dejar la tapa del inodoro levantada o no bañarse varios días seguidos.

martes, 12 de julio de 2011

La costumbre de mandarte a la mierda

Hace algún tiempo un grupito de amigas de la universidad me hicieron una perrada. Para ellas no fue la gran cosa y hasta parece que se ofendieron cuando les hablé sobre eso, no en el ánimo de reclamarles nada, sino como para ventilar lo mal que me hicieron sentir. Es algo que me recomendaron y que estoy poniendo en práctica últimamente: enfrentar a la persona que te hizo algo, decirle lo que piensas y desahogarte. Se sintió mejor, aunque ya sabía que ellas no iban a disculparse. 

Ignoraron el hecho y siguieron mandando mensajes a mi correo para instar una reunión a la que no confirmé ni pienso ir de ninguna manera. 

Hay tres cosas que pueden ocurrir cuando le aclaras algo a una persona, un amigo casual o conocido:
1. Que se ofendan, que se hagan las víctimas, que se pongan a llorar; que reviertan los papeles, que te vuelvan el victimario en vez de la víctima. 
2. Que se pongan violentos, que nieguen todo lo que te hicieron, que te acusen de irracional o exagerada.
3. Que ignoren todo el asunto y actúen como si nada ha pasado (esto lo hace la gran mayoría). 
4. Que se disculpen. (Muy rara vez, es más si te encuentras con una persona así, bien por ti). 

Yo pienso que estoy mejor así, sabiendo de lo que ellas son capaces. Si bien me afecta un poco socialmente, si lo pienso bien, puedo recordar varios momentos en los que quedamos para salir y simplemente nunca confimaron, las veces en que me dejaron colgada con algún concierto al que habíamos quedado en ir, las veces en que no me contestaron llamadas y etc. 
¿Para que tener amigas así? 
Prefiero quedarme con mi autoestima.

jueves, 30 de junio de 2011

Suprimiendo malos recuerdos

¿Creen que sea posible recordar solo lo bueno, o al menos, más cosas buenas que malas?
Ayer me preguntaba esto porque hablaba con una amiga sobre estas cosas, y que tanto influencia recordar cosas malas constantemente en la actitud que tenemos hacia los demás. 
Claro que influencia un montón. 
Si yo me pongo a recordar todas las cosas malas que me han hecho mis amigos, familiares, compañeros de chamba, etc., pues terminaría siendo una persona bien solitaria. 
Que recuerde o no esos momentos que me afectaron en el pasado depende de mi estado de ánimo, pero vamos, el estado de ánimo es una cosa terrible. Por lo que a mi respecta al menos, mi estado de ánimo es algo que tengo que controlar constantemente, como una especie de fuerza sobrenatural que me maneja y que tengo que apaciguar con mi razonamiento, con la lógica, con el "mejor deja pasar esto y no te embarques en algo de lo que te vas ha arrepentir". 

Algo de lo que me di cuenta últimamente es que muchas veces entro a un lugar, digamos una nueva chamba, y al menor problema pienso que no le caigo bien a mis compañeros. Supongo que me tomo las "ofensas" muy en serio o soy increíblemente rencorosa. No sé. Pero si voy por la vida pensando que todos están en mi contra me va a ir muy mal. 
Me di cuenta de esto porque en este último trabajo que tuve debo haberme quejado con mis papás unas diez mil veces sobre lo que pasa en la oficina, sin embargo, a sorpresa de ellos que alucinaban a estos fulanos como unos basuras totales, me celebraron mi cumpleaños (me compraron una torta y me invitaron a comer), y cuando dije que me iba me organizaron una despedida, que también fue invitación (no pagué nada) y me insistieron para que me quede. 
Mi mamá me dijo sorprendida que por lo que yo le contaba parecía que no iban a celebrarme nada. 

Por otro lado, hace poco celebré mi cumpleaños y un grupo de amigas de la universidad con las que contaba, que me aseguraron que iban a ir, no fueron y ni siquiera me llamaron para pedir disculpas o inventaron una excusa tonta. Ninguna. Ya no les hablo, porque me pareció una perrada bien fea de parte de ellas. Sobretodo porque yo si hice el esfuerzo de ir a sus cumpleaños, y es más, hasta medio organicé a la mancha para ir al cumpleaños de una de ellas. Todo eso, para que me plantaran MAL. 


¿Entonces que pasa? ¿Soy otra tarada autodestructiva? ¿Veo todo a través de un filtro de negatividad? ¿O es que hay ofensas que sí vale la pena tomarse en serio? Lo de mis amigas de la universidad también podría pasarlo por alto, pensar que así son ellas y hacerles lo mismo cuando me salga un plan mejor que andar con ellas, pero ¿No es mejor andar con gente que se toma la molestia de comprarte una torta y hacerte una despedia que de un grupo de cojudas que no te toman en cuenta ni siquiera para estar un par de horas contigo en tu cumpleaños? 

martes, 28 de junio de 2011

Charlie

A Charlie lo conocí en la universidad. Al principio me caía mal. Me parecía un escandaloso, un tipo que necesitaba ser el centro de atención todo el tiempo, un figuretti y eso me jodía. Físicamente es igualito al Jesse Pinkman de Breaking Bad, la serie de axn, aunque estoy segura que debe ser más alto. No me di cuenta al toque, pero lo miraba tratando de ver a quién me hacía recordar. Ahora cada vez que veo una propaganda de esa serie me acuerdo de Charlie, lo cuál es terrible. 

Como decía, al principio me caía mal, pero la primera impresión no interesa en casos como estos. El día que lo conocí justo estaba terminando de arreglar mi tesis y vivía pegada a una de mis asesoras que sabía bastante del tema que estaba tratando, para darme el último empujón que necesitaba para acabarla. De pronto Charlie apareció de la nada. Me intimidaba su presencia, pero supuse que era uno más de los alumnos que buscaba a mi asesora y se iría pronto. Vino ha hablarle, interrumpiendo lo que estábamos conversando y eso me jodió aún más. Era un gritón de porquería y hablaba con ella como si yo no existiera. Tenía ganas de golpearlo con mi rollo de planos y que se largara. Luego de un rato de soportar su barullo interminable, mi asesora tuvo un descanso para presentarme. En ese momento ella me estaba diciendo que viniera a uno de sus cursos en la universidad como alumna libre, porque yo estaba interesada y era una buena forma de empaparme de tema. Charlie me saludó y dijo que a él también le interesaba y que iba a ir como alumno libre también. 
Me sorprendió que dijera eso, pero pensé que me daba lo mismo. En ese momento solo me interesaba acabar la tesis y nada más.   

Así comencé a frecuentarlo, pero todavía con dudas sobre que cosa tramaba. 
Primero que nada, el tema del curso no era su tema propiamente. El también era tesista, pero no tenía mucho que hacer ahí. Supuse que lo único que le interesaba realmente era estar cerca de mi asesora y sobonearla todo lo que pudiera para sacarle información. 
En algún momento toda esa mala vibra que le tenía fue cediendo. No sé cuando fue, uno nunca sabe en casos como estos. Mientras lo seguía tratando me veía tratando de escucharlo para tratar de tener una mejor idea de quién era. Tenía unas ganas inmensas de ponerle una etiqueta pero todavía no la encuentro. Supongo que tipos como Charlie no se conocen aquí muy seguido. Ya no me resultaba tan desagradable como al principio, pero habían ciertas cosas que me llegaban de él. Primero, que se alucinaba de izquierda, cosa que a mi me llegaba. Digo, hay que tener conciencia del país donde vivimos, pero él llevaba esas ideas a un extremo ridículo. Para empezar, tenía esta idea del campesino como un ser puro y limpio que no era capaz de hacerle nada a nadie, y que solo es corrompido por gente que viene de la ciudad. Carajo, cada vez que hablaba esas huevadas tenía ganas de tirarle un balde de agua, pero como me había comenzado a caer bien no le ponía mucha oposición. 

Ya para cuando llegamos a mitad de ciclo me encontraba riéndome de las cosas que decía (las cosas graciosas que decía, digo, no riéndome de él), de sus ocurrencias, y hasta su forma de ser, gritona y escandalosa, me parecía linda, agradable, algo encantadora. 
¿Que mierda me pasaba? 
Yo solía odiar a tipos como Charlie. Siempre, desde que me acordaba los había evitado. Hay algo engañoso en ellos. Suelen ser tan accesibles, amables, simpáticos, graciosos. Todas esas cosas hacen que nos agraden, pero al mismo tiempo, esas cosas hacen que atrapar su atención sea casi imposible. Son personas imposibles de retener, de aguantar, siempre tienen que estar al centro de todo, estar aquí y estar allá. 
Por eso yo odiaba a tipos como Charlie y siempre trataba de relacionarme con fulanos tranquilos, chicos buena gente, algo pavos, como Santiago. Claro que al final no me fue muy bien con esa estrategia. 

Me imagino que siendo Charlie tan opuesto a Santiago esa fue la principal razón por la que me comenzó a gustar y a sentir otra cosa que simpatía por él. Desde todo lo que me había sucedido con Santiago me prometí buscarme a alguien que no se le pareciera en nada y de pronto estaba sentada al lado de la personificación de "no soy nada parecido a Santiago, ese hijo de puta" riéndome de sus cosas, tratando de agradarle, de arreglarme un poco más cuando sabía que iba a verlo, de darle alguna suerte de señal de que me gustaba más que como un simple conocido. 

El cerebro de las mujeres funciona de maneras extrañas. Me gustaba Charlie, me veía muchas veces en momentos donde no tenía que hacer ni en que pensar (como viajando en transporte público) pensando en él, que estaría haciendo y más importante aún, como me gustaría agarrármelo mal, hacer que se le doblen las piernas, que no tenga idea de donde está ni como se llama. Así había cambiado radicalmente mi manera de verlo. Pero por otro lado, a la par de esa idea pornográfica que tenía de él, había una voz en mi cabeza que me hacía recordar que Charlie no tenía intención de tener nada conmigo. Digo, en lo que a respecto a mi "manual de como entender a lo hombres" él no había hecho nada que significara definitivamente que algo podía pasar entre nosotros. 

Charlie es un tipo sociable, si bien se me acercaba ha hablarme, eso podía ser parte de su naturaleza y ya. También pensé en el hecho de meterse en un curso que no era su tema y que además era el lunes a primera hora (que significaba levantarse muy temprano para asistir), pero siempre regresaba a la idea que debía ser más por estar en contacto con mi asesora que conmigo, ya que hacía lo mismo con otros cursos. Y luego, algo que me sacó de quicio totalmente, un día me mando una chequeada mal, una de esas escaneadas de pies a cabeza que suelen hacer los hombres. Bueno, finalmente eso no quiere decir nada, me decía a mi misma, eso solo quiere decir que no es maricón y punto.

Luego de un tiempo pensé que debía hacer algo para acercarme más a él. Mi asesora tiene un grupo en el facebook para anunciar cosas del curso. Ahí estaba Charlie, y un día se me ocurrió agregarlo a mi facebook. Primero pensé que no aceptaría, pero luego lo hizo. Luego pensé que eso tampoco significaba nada, y pero que ayudaría de alguna forma a estar mas cerca. Y en eso vino lo peor. 

Un día vino al curso y dijo, a mi asesora, que se iba. ¿Que se iba a donde?, pensé. Le habían dado una beca de cuatro meses en Chile y se iba dentro de tres. Eso me destruyó el cerebro. En mi ilusa cabeza había pensando que en lo que iba del curso podía trabajar más ese acercamiento y ahora venía Charlie a ponerle fin, en una fecha que no me imaginaba para nada. 
Ahí fue donde definitivamente tuve que sentarme y relajarme. Estaba volviendo ha hacer lo mismo que con Santiago, a obsesionarme por detalles ínfimos, a creer algo que no existía. Charlie no tenía planes conmigo, ni siquiera de un one night stand, ni siquiera de un maldito revolcón antes de irse a su puta beca de mierda. 

Nada, y eso era probablemente lo único que quería de él. Un simple momento de liberación, un orgasmo al paso. Y ni siquiera eso podía tener. 

Charlie se iba, se acortaban los días, las semanas pasaban y yo sólo seguía descubriendo que me gustaba más y más. Un día me tocó el brazo y me pasó una sensación de electricidad por todo el cuerpo. En serio. Era una cosa inaudita. No me sentía así en mucho tiempo y me estaba matando saber que no podía ni siquiera tenerlo por un rato, ni siquiera podría agarrármelo, mucho menos tirármelo. 

El día que se fue casi ni lo anunció. Simplemente me preguntó que pensaba hacer en estos meses. Dijo que iba a regresar a la universidad, de repente meterse en otro curso. Yo le dije, a secas, que no sabía que iba ha hacer, porque ya tenía que sustentar mi tesis y probablemente ya no regresaría a la universidad de nuevo. Así de tajante fui y me despedí de el con un beso (en la mejilla) y un hasta pronto, ojalá nos vemos de nuevo, cosas que la gente dice cuando se despide. 

A veces me acuerdo de Charlie y fantaseo que me lo encuentro en algún bar en una de mis incursiones barranquinas, que nos tomamos un trago, que no nos decimos nada significativo, pero de pronto ya sabemos que cosa quiere el uno del otro, que agarramos con furia y que terminamos tirando en su casa o en la mía, da igual, pero que es justo lo que queríamos, que tenemos eso, ese encuentro que no se sabe a donde va a llevarnos, pero que es la liberación, la que tanto ansío después de tanto sufrimiento desmedido, después de tanto andar y andar sin encontrar nada.

Es una lástima que cuatro meses sean tan largos y que la vida sea tan perra. 


La red


Esta es otra de mis teorías: Todos tenemos redes.
¿Que es esto de La Red? De una u otra manera, nos demos cuenta o no, atraemos a una cantidad determinada de personas que nos encuentran atractivos por cualquier razón: física, emocional, intelectual. (digamos que prima lo físico muchas veces, que luego lo emocional e intelectual ya viene con el trato diario). 
Esta atracción es lo que a mi me gusta llamar "La red", que equivale a una red de pescador donde caen estos peces de todo tipo, unos que nos gustan más, unos que nos gustan menos, unos que no nos gustan para nada, unos que nos mueven el piso, en fin... La red se amplia basada en que tanto ponemos de nuestra parte para ser personas atractivas al sexo opuesto, desde arreglarse más a la hora de salir a la calle, hasta tener más tema de conversación, o simplemente ser diferente al resto. 

Cualquier cosa vale, y depende del medio donde te encuentres como para que te las arregles para tener tu red mas llena. Es decir, si trabajas en casa tu posibilidad de llenar tu red es más pequeña que si trabajas en una oficina de mas de 15 personas. Aunque eso no siempre es de acuerdo a la regla, creo que el lugar donde chambeas siempre desempeña un rol importante a la hora de llena tu red. Si viajas bastante es más probable que llenes y vacíes tu red con regularidad, por lo mismo que no estás ubicado en un lugar/espacio/territorio determinado por mucho tiempo y puedes tener mas relaciones casuales (no necesariamente promiscuas). 

Un factor importante es que muchas veces puedes tener tu red llena de gente, pero simplemente no te interesa llegar a tener relaciones con ninguno. Esto puede deberse a que te has empeñado con un "pescado" en específico (llamémosle Santiago, just because) y no puedes soltar ese recuerdo dulce/amargo que te está jodiendo la vida sexual. 

Otro factor interesante es de hecho no haberse fijado en ningún pescado en particular manteniendo la red llena de pescados pero nunca ligar con ninguno. Esto quizá se deba a que ninguna te gusta demasiado. 
Un consejo en ambos casos: elije al que te parezca más apetecible (tu elije que características encuentras apetecibles) y mándate. La vida es una y no tenemos 25 años toda la vida. Aprovecha y no te arrepientas nunca. 

Ahora, suficiente con tantas huevadas. Vamos al grano. 
¿A quién tengo en mi red últimamente? 
Eso ya es tema del próximo post.


Razones por las cuáles las mujeres odian los videojuegos

Estadísticas basadas en un estudio realizado por universidad de prestigio todavía por determinar.

domingo, 26 de junio de 2011

Sin estrategia

Cuando leo esos libros empresariales tipo Padre Rico Padre Pobre (no porque quiera, sino por que a algún profesor de gestión se le ocurrió que el libro es genial e imprescindible) me imagino que uno tiene que desarrollar estrategias de sobrevivencia en la vida. Todos lo hacemos de alguna forma, de manera inherente... ¿O no? 
Yo la verdad que siempre he tenido la certeza que las cosas me caen casi por suerte, que hay una especie de ángel guardián que hace que la gente me encuentre agradable, porque difícilmente siento que haga méritos para que los demás se acuerden que existo. 
Sé que suena a que tengo, no sé, como que no mucho amor personal, pero la verdad es que siempre dejo las cosas pasar, como si siempre tuviera una segunda oportunidad para hacer las cosas. 
Realmente siento que debe ser desgano, flojera, o una forma de evadir mi responsabilidad.

Por ejemplo, puede que me agrade un chico, que me guste tanto como para pensar que puede ser algo más, pero es tan grande mi desgano por hacer algo que casi siempre espero a que él de el primer paso. 
De repente porque ya sé que implica todo eso: otra vez embarcarme en esa montaña rusa emocional de no saber que trama la otra persona. 

Por eso no tengo estrategia, no sé decir cosas coquetas, no sé planear mis movimientos, no sé nada. Solo camino como una perdida por ese gran laberinto esperando no toparme con la misma piedra dos veces. 
Tambien puede interesarte