domingo, 26 de junio de 2011

Sin estrategia

Cuando leo esos libros empresariales tipo Padre Rico Padre Pobre (no porque quiera, sino por que a algún profesor de gestión se le ocurrió que el libro es genial e imprescindible) me imagino que uno tiene que desarrollar estrategias de sobrevivencia en la vida. Todos lo hacemos de alguna forma, de manera inherente... ¿O no? 
Yo la verdad que siempre he tenido la certeza que las cosas me caen casi por suerte, que hay una especie de ángel guardián que hace que la gente me encuentre agradable, porque difícilmente siento que haga méritos para que los demás se acuerden que existo. 
Sé que suena a que tengo, no sé, como que no mucho amor personal, pero la verdad es que siempre dejo las cosas pasar, como si siempre tuviera una segunda oportunidad para hacer las cosas. 
Realmente siento que debe ser desgano, flojera, o una forma de evadir mi responsabilidad.

Por ejemplo, puede que me agrade un chico, que me guste tanto como para pensar que puede ser algo más, pero es tan grande mi desgano por hacer algo que casi siempre espero a que él de el primer paso. 
De repente porque ya sé que implica todo eso: otra vez embarcarme en esa montaña rusa emocional de no saber que trama la otra persona. 

Por eso no tengo estrategia, no sé decir cosas coquetas, no sé planear mis movimientos, no sé nada. Solo camino como una perdida por ese gran laberinto esperando no toparme con la misma piedra dos veces. 

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