sábado, 11 de junio de 2011

Envoltorios

Si estas oculta, como sabre quien eres. 
Me amas a oscuras, duermes envuelta en redes. 

Dicen que aceptar las cosas es superarlas, y que una forma de aceptarlas es escribiéndolas. 
En cuanto a superación se refiere yo soy una nulidad. Me acuerdo de cosas que me pasaron a los seis años que todavía me frustran en un mal día o momentos de mi adolescencia que me ponen de mal humor cuando me las recuerda uno de mis lindos compañeros de colegio. Escribir, claro, ya lo hice, varias veces. Si supieran la cantidad de cerros de libretas que tengo en dos cajones de mi cuarto comprenderían que me la paso mucho, demasiado, casi todo el tiempo escribiendo huevada y media. 
Hace un año mas o menos que ya no escribo como antes. El cerro de papeles que antes tenía se ha reducido. Ya no quiero diseccionar mis sentimientos mas oscuros. Simplemente ya no me siento cómoda vomitando mis entrañas en un texto desgarrador. 

En esas libretas escribía de chicos a un 99%, aunque a veces pensara que no lo hacía. Los hombres siempre han sido y serán mi inspiración, porque me pueden llevar a tener sensaciones increíbles y al mismo tiempo, me tiran al suelo, me sacan la mierda. Uno puede encontrar gusto en eso, si no se da cuenta.

Lo cierto es que me he vuelto desconfiada con los hombres. Ya no les creo nada de lo que me dicen. Y tomo todo lo que me dan con pinzas. No odio a los hombres. No les tengo resentimiento. Me agradan, me gustan tanto como antes. Pero es que simplemente creo que ya no puedo enamorarme, es decir, creer apasionadamente en una persona, creer ciegamente en que me quiere como yo lo quiero a él. 
No sé, Santiago se llevó a esa chica consigo, a la que creía que había una sola persona en el mundo para ella. 

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