sábado, 11 de junio de 2011

Ch-ch-changes

Ayer me sucedieron cosas que normalmente uno asumiría como malas. Yo prefiero asumirlas como buenas, como parte de un cambio saludable y necesario.

Para empezar, les contaré que estoy en un trabajo que odio. En sí el trabajo me gusta, pero es el espacio en el que me encuentro que me molesta. Es una obra, y no es el tipo de trabajo que había pensado hacer después de acabar mi tesis. No porque no me agrade estar en obra, si no porque siempre imaginé que al terminar el trabajo de la tesis (dos años de abstinencia en todo sentido) iba a entrar a una oficina grande, hacer amigos y probablemente olvidarme del fantasma de Santiago para siempre. 

De todas las cosas que esperaba en esa etapa de mi vida, ninguna se cumplió y me fustré terriblemente. Llegué a esta obra llena de viejos y obreros, maestritos de mi edad que trataban de afanarme y me deprimí. Encima, la amiga que me había pasado la voz para ese trabajo cambió su actitud conmigo completamente. Supongo que pensaría que por ser mi jefa ahora ya tenía que tratarme distinto. Yo no esperaba en trato especial, pero el que me dió fue terrible. Ya ni siquiera me llamaba para salir los fines de semana, como si no nos conociéramos de antes. Estos meses fueron terribles y traté de quedarme ahi por completar una etapa, ganar experiencia y pasarme otro trabajo. Como esa era mi primera chamba normal no quería dejarla a medias. Me aguanté y me acostumbré, porque la chamba era un reto y el trabajo si me llegó a gustar. 

Hasta hace un día atrás. La obra ya está concluyendo y yo me preguntaba ilusamente que sería de mi en estas etapas de demolición y excavación del siguiente proyecto. Me atrevi a preguntar a uno de los ingenieros de la obra y me contestó tajante que la verdad era que ya no tenían cupo para mi en la obra hasta julio del próximo año, cuando empezaran los acabados nuevamente (yo entré para apoyar en la etapa de acabados). 
Me desilusioné al principio, pero luego comprendí que era necesario para moverme. Que lo mejor era dejar ese trabajo, darme un tiempo para descansar mientras buscaba otra chamba y relajarme. 

Cosa que no hago hace tiempo. 
Por eso ahora estoy mas tranquila. Esos días negros ya fueron. 
Entendí una cosa importante: Prefiero estar en un lugar menos estresante y quizás si tan buena paga que un lugar al que me moleste ir todos los putos días de la semana. 
Y ya no quiero trabajar sábados. He dicho. 

Volvi. Ahora, back to bussiness.


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