martes, 5 de abril de 2011

Traumas

Cuando te dejan, te traumas.
Así de simple.
Entras en una vorágine que oscila entre pensar que vas a regresar con él y pensar que ahora que se fue ya nada tiene mucho sentido.
Por eso, y como respuesta inmediata a esa sobrecarga de amor no correspondido, te vuelves un ser incapaz de pensar que va a enamorarse de nuevo, o si quiera, que te puede gustar alguien como te gustó él.
Cagado, ¿no?
Pero cierto.

Desde que ya no veo a Santiago -antes lo veía todos los días en el trabajo- se me ha hecho más sencillo olvidarme que existe. También ayuda bloquearlo y apartarlo a una zona del msn donde no lo veas (como botarlo al grupo "otros"), bloquearlo en el facebook, en fin...
No verlo ayuda, pero hay miles de cosas, objetos, canciones que van a estar dando vueltas y te van a atacar con recuerdos cuando menos te lo imagines.
Y un día, mientras mirabas, que se yo, pechugas de pollo en Wong, te va a bombardear un recuerdo que ya tenías olvidado, de cuando fuiste a su casa y te hiciste la capa en cocina pero quemaste el pollo en el horno, pero luego se cagaron de risa y terminaron comiendo en Mc Donalds, si tú que igual odias esa comida chatarra gringa, fuiste nada más porque a él si le gustaba.

Ha pasado un año y aún no lo supero. A veces tengo la sensación que sí. Cuando conozco a alguien que me cae bien y pienso que algo podría pasar entre nosotros. Normalmente me ilusiono muy rápido y creo que en cierta forma los ahuyento con mi desesperación.
La desesperación por salir del estado de purgatorio en el que estoy: sin forma de seguir adelante y sin forma de regresar a lo que fui (fuimos).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tambien puede interesarte